viernes, 2 de octubre de 2020

Mindo

Huyendo 

Ella vivía en Quito Tenis.

Ahora vive en Mindo, paraíso de la selva amazónica. Vive huyendo.

De las masas, de la familia.

Este virus no la asusta. Más allá de ello, el confinamiento llegó a salvarla de aquellos a quienes hay que temer. Los alrededores de Quito plagados de rateros.

Un constante temor a los vivos.

miércoles, 22 de abril de 2020

De la Tierra de los Volcanes (Capítulo 3)




Celeste, al igual que Elena, sueña con ser libre. Todos los días lo pide. Pero libre de cargas emocionales, culpas, responsabilidades.
Quizás por ello ambas se encontraron en la vida y quieren mantener esa complicidad entre ellas. A veces, es tan difícil tener de aliada, amiga, hermana, a alguien igual de segregada que tú. Celeste se auto- segregó. De algunas amistades, de parejas, de su familia directa e indirecta, se ha separado. Es una especie de auto- exilio triunfal.

Y en el caso de Elena, es exilio masoquista, ya que ella en verdad siempre ha buscado compartir su vida con una pareja, ha dado todo y hasta su paciencia, la cual a veces se agota al grado de parecer una mujer cansada, resignada. 
La venganza viene en oleadas de violencia, expresada a través de neurosis. Pero como  le han dicho que los humanos por el simple hecho de serlo, sufrimos de trastornos neuróticos de carácter, no le ha dado mayor importancia.
Siente, entonces, que la une a esta gente con la cual construye lazos afectivos, algo así como una necesidad.  Necesidad de queja, de amor, de harmonía pero también, de dependencia.
Y debido a que estos familiares la detectan frágil y necesitada de estos afectos, no es raro que traten de dominarla.  La Elena libre (o que al menos así se sueña y desea) , entonces reacciona queriéndose zafar de los mismos afectos que en primera instancia la llevaron a formar estas relaciones.

Un pequeño caos interno de emociones. Ya sabemos que todos tenemos nuestros demonios. Y Celeste y Elena claro que no serán la excepción.

Sin embargo, en este sentido Celeste siempre ha sido más fuerte. Acostumbrada, por su oficio de Arquitecta a siempre lidiar con poder masculino, ella ha logrado una verdadera emancipación, tanto en el mundo laboral como en el familiar.

Elena aún no llega a pisarle los talones a su amiga.  La admira profundamente y agradece que aquél día, en la discoteca Pachá en Mallorca, pudiera conocer a esta gran mujer, en lugar de perder su tiempo con chamaquitas babosas.

Y después de aquél día, cuántas cosas no vivieron juntas. Cuantísimos recuerdos guardados!

jueves, 5 de julio de 2018

viernes, 12 de enero de 2018

implantes para la vida

¿Cuáles son los destinos posibles de los contenidos humanos expulsados en pedacitos?
Fabricamos un antídoto; los unimos, revolvemos. Con esa ensalada mixta hacemos pastillas e implantes y se los volvemos a introducir, traducidos.

https://twitter.com/GabyGK14/status/951870101871104001


martes, 26 de diciembre de 2017

De la Tierra de los Volcanes (Capítulo 1ero)


Ella vive en Quito Tenis, la zona residencial más nice de la ciudad y además, el punto más alto de la misma, a sólo unos 600 metros más, estaría en la cima del volcán Cotopaxi.
Aquí, las montañas cortan el viento y por las tardes, al ocultarse el sol, se escucha a diario su lucha de poderes.
-Arquitecta García Garçon - llama Dionisio al interfon, - está aquí su visita del extranjero, la señorita Elena-.

En un arranque de actividad, ella comienza a mover objetos de una mesa al pequeño armario francés que le regaló su madre.
A toda velocidad mueve objetos, maquetas, collares semi terminados de piedras que ni al semi de preciosas llegaron, cajitas raras de maderas exóticas al parecer de la India o Tailandia. Su boca se comprime de manera apenas perceptible. Abre más los ojos, arquea más las cejas, se sacude el cabello. Camina por el pasillo. 

Acomodándose el saco negro y con aparente desenvoltura y relajada, saluda al abrir la puerta: - Elena!  espero  hayas tenido un buen viaje a pesar del retraso de la aerolínea y la pérdida de tu equipaje-. 
Elena, más natural en sus ademanes, abraza a su mentora pero ante todo amiga Celeste y al hacerlo, logra entrever la decoración del pasillo y las dimensiones de los espacios aledaños. 
La iluminación es cálida, con luz entre naranja y roja. Los muebles, así como el piso, son de madera color ébano y hay algunas estatuillas asiáticas doradas, entre ellas un sonriente Buddha en la entrada. Detrás del gordito simpático hay un espejo. Algunos cuadros impresionistas y de estilo pop art aportan el color en estas tonalidades de denso lodo.

Elena se incorpora en el medio ambiente que antes de su llegada fue ligeramente alterado, y aunque lo percibe, no deja notar su complicidad implícita.
- Arqui, no vives en un departamento, esto es un palacio de cortesana!- 
Incómoda por la alabanza, Celeste minimiza el comentario:  - espero que te refieras a las Cortesanas nobles, y no a las otras-.
No hubo tiempo de más banalidades típicas de un reencuentro de años, pues Celeste recibe una llamada.  Elena logra escuchar una voz masculina, dando órdenes.
Una voz seca, casi metálica a través del aparato. El resultado fue que Celeste tenía que salir dentro de la próxima media hora a la Compañía de Jesús, la catedral principal de Quito, lugar en el cuál ella estaba a cargo de la restauración del sótano junto con el Ing. civil, el de la encantadora voz de hojalata.  

Celeste es restauradora, arquitecta, decoradora de interiores, diseñadora de joyería para su tienda, en fin, una verdadera creativa. 
Elena siempre se ha considerado a sí misma una verdadera cautiva.  Por elección propia, o por rebeldía, nunca concluyó ninguna carrera universitaria y escudada en que le encanta el aspecto operativo de "las chambas", se ha dedicado a todo tipo de oficios, desde mesera hasta secretaria, recepcionista, o hasta a vender casas en inmobiliarias. 
Por lo mismo, la amistad que ambas llevan, no ha sido tomada con absoluta obviedad por parte de Elena. Desde que se conocieron en España, Celeste la ha involucrado e incluso le ha pedido consejo en casi todos sus proyectos artísticos. Elena ha podido aportar desde puntos de vista más terrenales.
Elena siempre fue la despistada y la rara. Tanto en el seno familiar en la calle de Violeta, como en la vocacional, se le consideraba taciturna y fuera de época. Clásica, tímida pero "esperando guiños tras la maleza para dejar salir a la bestia"-  le había dicho una terapeuta new age en Ibiza.

En Celeste siempre ha habido un ligero aire de superioridad.

La Arquitecta fue educada de manera tradicional, con todos los convencionalismos sociales practicados por sus padres.  Madre Francesa. Padre Ecuatoriano proveniente de una familia sencilla, andina; el abuelo paterno fue zapatero, pero muy trabajador.
La vida brindó al Ing. García excelentes oportunidades y gracias a ello, sus cinco hijos la han hecho en grande. Algunos se establecieron fuera del país, y los que no, siguieron el camino de las carreras: Abogada, Doctor, Arquitecta. El mismo Ing. García ocupó el cargo honorífico de Cónsul de la India. Porqué de la India?  Ah, pues así nomás, por conectes.

Toda una tradicional familia de la Alta Sociedad Quiteña.

Cosa que a la “Arqui” ocasiona confusión. El contraste de lo que debería de ser y de lo que es causa este choque brutal en ella, lo cual la lleva a vivir una doble vida.

Tiene ropa para aventar por la ventana. Su estilo? Hippie, pero sin el chic.
La naturaleza es su aliada cuando de belleza se trata. Aguacates, miel, henna, sal con aceite de olivo, barro…todos los remedios caseros son bienvenidos en la casa de Celeste García, aunque tapen el drenaje a la hora de ser enjuagados.
Gracias a su linaje paterno, goza de un cabello hermoso, brillante, negro azabache, sin una sola cana, a pesar de su ya madura edad.
Nunca se casó ni tuvo hijos, por lo cual tampoco se adaptó del todo a los círculos de amistades familiares.
Ella se ganó a pulso el título de Arquitecta.

Las esposas de colegas Arquitectos, tomándola del hombro le han llegado a expresar respeto, no sin un dejo de compasión por el hecho de la falta de progenie, como aquella que sustituye la afirmación: no te preocupes, a las mujeres ambiciosas eso les sucede..

Plantitas y Cables


En tanto pulse vida, crecerán plantas en cables electrificados

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Agua milagrosa ó De la Tierra de los Volcanes (Capítulo 2)


El taxi para casi en seco.
La casa es de un estilo ‘Gaudí´ alternativo que logra remontar a Elena a la Pedrera, de bastante menor presupuesto.
Sale de la casa el periodista y entra al taxi.
La arquitecta Celeste no notó los detalles de la casa del Chileno, construida en su totalidad con material reciclado, plástico, vidrios de botella, costales de arena, ramas y latón.

Inmediatamente, Celeste comienza una ligera conversación con él, quien acaba de abordar la camioneta GM blanca. Hablan acerca de la procedencia de cada uno, de qué lo ha traído a él a esta casa, y con ello, acerca del Festival de la Mujer del agua Waterwoman.

Elena permanece callada, mirando la casa hasta que el conductor pone nuevamente el auto en marcha. La conversación ahora gira en torno a lo que ha traído a la arquitecta Celeste y a Elena a esta provincia de Vilcabamba, Ecuador. Quizás por pura curiosidad, o quizás por alguna muy oculta identificación, lo cual ninguna de las dos ha querido reconocer.
En algún punto de la animada plática, Elena comenta, aún distraída: “La neta está muy cara la entrada al festival. Cómo que ochenta dólares para locales y cien dólares para extranjeros... y qué, van a donar todo ese dinero a la comunidad de Vilcabamba? Que dizque es un festival para la sanación femenina, no?”.

El periodista voltea por primera vez a ver a Elena: “no eres de aquí, cierto?”

- No, soy de México.

- Donar? No donarán nada, interviene Celeste. El festival es flower power a tope y los fondos que se vayan a recaudar serán para los organizadores.

- Hmmm, quizás para comprar laptops nuevas para la comunidad hippie…la Mac book que llevaban ayer para la filmación de la ceremonia de la luna ya tenía su añito. Remató Elena.

En este punto, el silencio incómodo que había entre la arquitecta y su amiga Elena termina. Los tres estallan en carcajadas liberadoras.
Elena parece haber encontrado por lo menos a un aliado más en su anarquía en contra de los anarquistas, y esto le desprende aunque sea un poco la etiqueta de “nazi”.

El taxista ahora es lamentablemente ignorado, mientras sigue señalando puntos de interés al lado de la carretera.
- Será un viaje largo, pues el cerro Mandango está más o menos a 225 kms de donde se hospedan. Aquí ya estamos casi en la Amazonía y a cinco horas del Perú. Las distancias son grandes, y las carreteras bordean las montañas. Los paisajes y la flora varían; pasan de bosque a semi- tropical, a tropical , y las temperaturas también suben y bajan constantemente.
- Celeste, puedes abrir tu ventana, por favor, como que me falta el aire, debe ser la altura. Me intrigó el Chileno, leí que fue profesor de Artes allá antes de venirse a refugiar aquí- dice Elena con voz ahogada.

- Es un hombre con una larga historia de enfermedades- responde el periodista a la inquietud de Elena – tuvo leucemia mediterránea y ha venido hace siete años a esta provincia a sanar de una pierna herida con el agua milagrosa de Vilcabamba.
- A mí me parece que vino a sanar de más que de una pierna… - dice Elena.

La arquitecta Celeste nunca habla de cosas desagradables, ni de enfermedades de la mente o el cuerpo. Prefiere distraer la atención hacia cosas más triviales o divertidas. Hace un úlimo intento por desviar la conversación hacia las risas.

Al llegar al zocalito de la provincia de Vilcabamba, los tres bajan del taxi y entre Celeste y el periodista dividen la cuenta para el chofer.

A pie de calle se vislumbra un oasis.
Un bar con sillas a nivel de la banqueta.
Los viajeros entran para encontrar un refugio de sombra y beben Club de las grandes.
Celeste y Elena lograrán relajar, al cabo del segundo tarro, esa tensión extraña que las ha acompañado hasta antes de conocer al periodista, y la cual expone su gran fragilidad en medio de la Nada cuasi amazónica y milagrosa del Ecuador.