lunes, 18 de diciembre de 2017
Despertar entre niebla
Berlín, un pequeño cuarto oscuro de hotel.
Yo, estando conmigo misma aún entre otros. Diálogos internos con cariño, con dulzura hacia mí.
Prevalece una inquietud, un estado alerta, aún revuelto.
Tú y tú en mi mente.
Gente.
Gente de todo tipo y todos son perfectos tal como son.
Yo los rozo apenas, un roce cordial y distante a algunos, roces mas intensos e incluso
confrontantes hacia ellas.
Mujeres hermosas todas ellas.
Un encuentro conmigo misma, en Berlín .
El día amanece nublado, lluvioso, gris, frío... y muy solitario.
Salgo a la calle.
Triste y melancólica y a la vez con esperanza.
Una vez afuera del café me pierdo entre las calles.
Estas calles tan desconocidas y familiares a la vez.
Salgo, observo, música en mis oídos.
El amor inundando mis sentidos,
el deseo de vivir.
Camino, alzo la vista hacia donde me dirijo.
Y mis ojos se topan con tu nombre.
Seis letras claras, abiertas, melódicas, cálidas como tú,
escritas sobre el rótulo de la tienda, quizás cerrada, pues es fin de semana.
Se dibuja una sonrisa en mis labios.
Comprendo el significado de esa ilusión que me acompañaba.
El Todo.
Soy creadora de la dirección del flujo sanguíneo de mi corazón.
Se augura un final feliz de estos días solitarios sin dirección.
La sonrisa dibujada en mis labios se fusiona con el gris azulado del cielo,
con el arcoiris recién nacido del final de la llovizna
y el tímido pero cálido saludo del sol.
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